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| POLITICA |
Pag. 9 | 16/08/2013
Cada
maestrillo con su librillo
Sobre
la creación de la futura Universidad Nacional de Educación
Escrito
por: Tania Ferreira
Nuestros
honorables parlamentarios decidirán la semana próxima sobre cómo y
dónde se formarán los profesores y maestros de ahora en adelante.
Si bien la importancia del futuro de la educación hace saltar las
venas en el cuello de legisladores y ciudadanos de a pie, la
posibilidad histórica de volver universitaria la formación docente
se ha discutido con perfil bajo, casi como en secreto.
Que
el texto de un proyecto de ley que prevé la creación de la futura
Universidad Nacional de Educación (Uned) circula lo más campante
por el Parlamento es una información que el grueso de la población
no maneja, menos su articulado y propuestas, y menos aun el dato de
que está en etapas decisivas: el proyecto redactado por la bancada
del fa ya fue aprobado por la Comisión de Educación de Diputados y
el próximo martes 20 de agosto se votará en la Cámara baja.
Además
de polémico, el asunto es complejo. Desde hace varios años el
colectivo docente se atribuye el haber planteado por primera vez la
idea de una "universidad pedagógica". Lo cierto es que la
ley general de educación (18.437) aprobada en 2008 anunció como
casi un hecho la creación de un futuro Instituto Universitario de
Educación (iude). Varias comisiones de expertos fueron designadas en
ese entonces para evaluar lo viable de un nuevo organismo de
formación; el tercer ente autónomo de la educación, que además
absorbería los recursos humanos, materiales y el presupuesto del
actual Consejo de Formación en Educación (cfe) de la anep.1
Más
tarde, el Parlamento recogió el guante y la idea fue retomada por
sus comisiones de Educación, viró, se redondeó y creció en
estatus hasta conseguir un carácter definitivamente universitario y
más ambicioso: en vez del iude, se propuso crear una nueva
universidad. Dos borradores de proyecto de ley fueron redactados, uno
por el fa y el otro por una minoría de la oposición,2 y en este
exacto momento se buscan los acuerdos políticos para aprobar esta
ley orgánica que necesita mayorías especiales.
La
idea cada vez más cercana de "universitarización" de la
formación docente desata desde 2008 amores y odios.
LOS
AMORES. Los redactores del proyecto y los actores de la educación
que apoyan la idea de la futura Uned sostienen que es el mejor
instrumento para formar otro tipo de docente, mejor calificado y
preparado para los desafíos de enseñar en las escuelas y liceos
actuales.
Visualizan
un nuevo organismo con estructuras curriculares flexibles, que
otorgue títulos de grado y posgrado en educación,3 y que posibilite
la movilidad de los estudiantes entre la Uned y la Udelar: los
jóvenes podrán convertirse en docentes pero también cursar
materias optativas de cualquiera de las carreras que ya ofrece la
Universidad. O a la inversa: cualquier estudiante de Medicina,
Química o Humanidades podrá volcarse a la docencia en cualquier
momento de su carrera.
La
Uned también se guiará por los principios universitarios básicos:
la extensión y el relacionamiento con el medio, la investigación,
la descentralización a todo el país.
LOS
ODIOS, LAS FIBRAS ÍNTIMAS. Los resquemores ante la propuesta de
conjugar las tradiciones de la Udelar y la anep en un mismo ente
tienen que ver con las desconfianzas históricas que siempre han
existido entre ambas instituciones. A algunos docentes y formadores
la simple idea de la "injerencia" o "tutelaje" de
la Universidad sobre la anep (por ejemplo en el armado de los futuros
planes de estudio) les causa escozor. En el fondo, es el temor acerca
de quién va a tener el control de la formación docente de ahora en
adelante.
Según
el proyecto presentado por el fa, la futura Uned se regirá bajo los
principios de autonomía y cogobierno. El órgano directivo ya no
estará integrado por representantes del Poder Ejecutivo (como ha
sido tradicionalmente en la anep y el Codicen), sino por docentes,
estudiantes, egresados, representantes de la anep y la Udelar. Sin
embargo, el informe redactado por la oposición propone que el
gobierno de la nueva universidad esté integrado por tres miembros
designados por el presidente de la República (previa venia de la
Cámara de Senadores), docentes, egresados, estudiantes y un
coordinador.
De
esta forma, la idea de autonomía ha puesto en jaque la iniciativa de
la Uned: independencia para algunos, aislamiento para otros.
¿La
amenaza que ven algunos en el cogobierno (sobre todo desde la
oposición)?: desaprovechar la oportunidad de que el gobierno
nacional decida sobre sus futuros educadores. Sería un "error
histórico" e irreversible ?escribía en Brecha números atrás
el sociólogo Eduardo de León4? no incluir al Poder Ejecutivo en la
dirección de la futura Uned, porque "no tendrá ninguna
injerencia en la formación de sus propios funcionarios educativos y
se privará a las autoridades del próximo gobierno de una
herramienta fundamental del programa de cambios".
El
contraargumento: la formación docente actual y todos sus vicios son
producto de más de 50 años de control político del Poder Ejecutivo
y los gobiernos de turno? (según Sebastián Sabini, también en este
semanario).5
Los
más desconfiados y apocalípticos prevén que este proyecto
simplemente pondrá una nueva chapa universitaria a un sistema en
crisis, y que no se crea una universidad sólo con ponerle un cartel
en la puerta.
Los
profesores de formación docente, por ejemplo, han advertido
repetidamente que lo único que se formará con el instituto
universitario es otra engorrosa red administrativo-burocrática que
sólo pateará los actuales problemas e irregularidades del Consejo
de Formación Docente para adelante, además de crear nuevos cargos
hasta de dudosa necesidad (un documento que circula entre profesores
de Formación Docente denunció la semana pasada que la rendición de
cuentas que envió la anep al Parlamento sobre el cfe prevé en su
capítulo 26 la creación de nuevos cargos "cuya inserción en
la estructura total no se explicita y menos se justifica").
De
esta forma, el miedo a la transición entre los docentes es fuerte, y
sobre todo por un último punto: el nuevo carácter universitario del
organismo de formación cambiará el régimen de llamados docentes.
Habrá, por ejemplo, tribunales de selección conformados por
profesores universitarios.
Este
aspecto es el que más estrés genera: algunos formadores de
formadores de la vieja guardia (sobre todo del ipa y Magisterio)
temen no reunir los requisitos de desempeño y formación (si se
exige tener un posgrado, por ejemplo) para dar clases en la nueva
institución.6 En pocas palabras, temen que en la futura Uned se
priorice estar ultracalificado antes que la antigüedad ?como se ha
valorado tradicionalmente en el sistema educativo?, y quedar fuera de
la jugada.
Para
ampliar esta cobertura Brecha decidió pedirles colaboraciones
escritas a varias figuras vinculadas a la educación. Sus textos
debaten entre sí, casi sin querer (y casi sin que los autores
quieran). Algunos en contra de la Universidad de Educación, otros a
favor, a favor pero con reparos; participaron legisladores vinculados
a la redacción del proyecto de ley (Roque Arregui), veteranos y
nuevos formadores de formadores (Miguel Soler, Oruam Barboza, Inés
Moreno, Teresita Capurro), integrantes de la academia (el rector de
Humanidades, Álvaro Rico, el politólogo Nicolás Bentancur),
asesores de la oposición en temas de educación (Robert Silva, del
Partido Colorado), docentes (Ramiro Pallares). El debate finalmente
salió de los pasillos del Legislativo y continuará, no nos quedemos
por fuera.
1.
Un aparato que hoy cuenta con 33 centros, 22 mil estudiantes y
2.500 docentes.
2.
El texto completo de ambos proyectos de ley y el resto de los
textos que no pudimos incluir por temas de espacio están disponibles
en brecha.com.uy
3.
De allí egresarán con títulos de maestros, maestros técnicos,
educadores sociales, profesores de educación media y de educación
física. Y títulos de posgrado como: especialización, maestría y
doctorado.
4.
Brecha, 2-VIII-13.
5.
Brecha, 9-VIII-13.
6
"Miedos de la transición", de Carolina Porley, en
Brecha, 11-VI-10.
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Pag. 9 | 16/08/2013
Burocracia
vacía
Por
Inés Moreno
Es
fundamental visualizar el carácter central que tiene la formación
docente en un proyecto de política educativa a largo plazo ?pensemos
que un docente que se recibe hoy, con serias carencias en su
formación, será profesor o maestro durante los futuros 35 años?.
Quienes somos profesores de Formación Docente estamos interesados en
que nuestra institución tenga estatus universitario
el
problema está en que no se puede crear una universidad simplemente
colocando el cartel en la puerta y aprobando la ley que defina sus
cargos para cumplir formalmente con un mandato político
eso
sólo genera burocracia vacía. Es imprescindible, antes, transitar
por un camino de transformaciones clave que generen las condiciones
reales sobre las cuales construir la nueva institución. La ley de
educación de 2008 asigna la tarea al Consejo de Formación en
Educación, pero esto no se ha cumplido y las carencias de la
formación docente, que ya eran muchas antes, se han intensificado en
los últimos años. No ha habido, en décadas, llamado a concursos
con oposición para el nombramiento en efectividad de nuestros
docentes, salvo escasísimas excepciones. Es alarmante el proceso
creciente de degradación de las condiciones de los "llamados"
para cubrir horas docentes. Hoy nos encontramos con que desde el año
2009 el único mecanismo de adjudicación de horas docentes es la
prórroga de listas ya vencidas y el "llamado abreviado"
cuyo único requisito es poseer un título de grado de cualquier
naturaleza. Casi la totalidad de los 3 mil docentes trabajan, desde
hace décadas, en un régimen de precariedad, inestabilidad y falta
de garantías en los llamados inadmisible. El problema fundamental es
la carencia de docentes necesarios para cubrir las carreras de los 33
centros que forman maestros y profesores en todas las disciplinas
(hay profesorado de biología e historia en siete centros,
matemáticas en diez, física en nueve, por ejemplo). La mayoría de
las carreras de profesorado se han abierto siguiendo la misma lógica
de la ley propuesta ?como se dice vulgarmente: "colocando la
carreta adelante de los bueyes"? sin una planificación que
considerara los recursos disponibles en cada región. Imaginemos que
la Facultad de Ciencias o la Facultad de Humanidades se propusiera
crear diez o treinta réplicas en el interior del país. En aras de
colaborar, varias salas docentes han trabajado intensamente durante
2011 en la elaboración de una nueva propuesta de estructura
académica, diseño curricular y otras, tendientes a posibilitar una
transición razonable. Ninguna fue tomada en cuenta
mientras
tanto, entre tres o cuatro personas se elaboraba esta nueva ley de
espaldas a la opinión de los verdaderos actores y a la situación
real de docentes y estudiantes. La estructura propuesta por la ley de
creación de la Uned revela una compleja y absurda trama de cargos
que genera una densa red administrativo-burocrática que en nada
colabora con la solución de los problemas señalados sino que en su
desconocimiento inevitablemente los perpetúa. Un proyecto que no
parta de un diagnóstico de la situación real y del conocimiento
cierto de los recursos y necesidades de nuestra enseñanza está
condenado al fracaso. No en perjuicio de la imagen política del
partido de turno, sino de los niños y jóvenes del Uruguay de los
próximos 50 años, por lo menos. n
*
Profesora de filosofía para enseñanza media (ipa) y
coordinadora académica del Departamento Nacional de Filosofía del
cfe-anep.
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Pag. 10 | 16/08/2013
¿Necesitamos
una universidad autónoma de educación?
Por
Nicolás Bentancur
Existe
amplísimo consenso entre los distintos actores y grupos vinculados
de una forma u otra a nuestra educación sobre la necesidad de
jerarquizar la formación docente para obtener mejores resultados
educativos. Uno de los caminos que conducen a esa jerarquización ?si
bien no el único? es el de la transformación de su estatus de
formación "normalista", impartida dentro de la órbita de
la misma institución responsable de la enseñanza (en nuestro caso,
anep), en instituciones o programas de nivel universitario.
Los
dos proyectos de ley próximos a votarse en el Parlamento resuelven
ese objetivo con la creación de una Universidad de Educación, con
categoría de ente autónomo y (aunque con diferencias importantes
entre ambos) cogobernada. Todo el proceso recorrido hasta aquí hace
pensar que esta universidad se constituirá sobre las bases de la
actual formación docente, aunque con reglas de juego distintas.
Ahora bien, ¿es esta la mejor alternativa en nuestro contexto y
coyuntura histórica para alcanzar la referida jerarquización?
Si
sólo se buscara otorgar el estatus formal universitario a los
estudios y títulos de maestros y profesores, podría argumentarse
que la fórmula contribuirá a mejorar el prestigio y reconocimiento
social de la profesión, lo que tal vez colaboraría al reclutamiento
de un mayor número de jóvenes calificados para la carrera docente.
Pero si como muchos pensamos la "universitarización" debe
ser principalmente un instrumento para ambientar la formación de
otro tipo de docente, mejor preparado intelectual y profesionalmente
para resolver en forma satisfactoria los desafíos de enseñar en
nuestras escuelas y liceos hoy, es difícil no ser escépticos con
una solución que no innova en la sustancia. Dada su génesis, el
escenario futuro más probable para esta Universidad de Educación es
el de la continuidad de la cultura institucional de los actuales ipa,
Magisterio e institutos de Formación Docente, con los mismos
planteles académicos, estructura meritocrática específica,
fortalezas y debilidades disciplinarias, modos de concebir el
fenómeno educativo y ?por ende? de enseñar y formar a las próximas
generaciones de profesores y maestros. Esto es, la pervivencia de
esas mismas culturas y prácticas que, por la insatisfacción
generada con sus resultados, supuestamente queremos cambiar.
Y
con una nota adicional que hace a este paso todavía menos
aconsejable: su estructuración como ente autónomo, lo que le
otorgará una inercia y aislamiento institucional que la pondrá a
resguardo de cualquier intento político o social para mitigar su
endogamia, hipotecando las oportunidades de explorar otras
alternativas, tal vez por décadas. La autonomía de las
universidades es un estatus sui géneris, construido históricamente,
y justificable para instituciones a las que se quiere preservar de
intromisiones políticas y de otros poderes sociales, en aras de una
conducción basada en principios académicos distintivos y prácticas
científicas dominantes. No parece este ser el caso, al menos hoy.
Lo
antedicho conduce, entonces, a trabajar con un horizonte de mediano
plazo, que garantice la materialización de condiciones,
acumulaciones y rutinas académicas genuinamente universitarias para
nuestro sistema de formación docente, en una tarea para la que se
debería convocar a la colaboración activa a todos los recursos
humanos e institucionales disponibles en el país. n
*
Doctor en ciencia política, docente e investigador en políticas
educativas, Instituto de Ciencia Política, fcs, Udelar.
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Pag. 10 | 16/08/2013
Dudas
Por
Álvaro Rico
La
inminente creación por decisión parlamentaria de un nuevo ente
autónomo ?la Universidad de Educación? promueve varios temas de
discusión: sobre la formación docente en el país
sobre
el mismo texto de la ley, sobre el papel protagónico del sistema
político en la creación de entes educativos, sobre el rediseño del
sistema terciario y universitario para asegurar la cooperación
interinstitucional y la calidad de la educación pública
sobre
el financiamiento presupuestal del sistema, bastante superior al
actual.
Las
dudas y desafíos principales podrían resumirse en dos:
1.
Decidido por los parlamentarios el carácter universitario de la
nueva institución, qué acumulación académica precedente puede
sostener en el tiempo dicha decisión cuando, justamente, el rasgo
distintivo del nivel superior radica en la investigación original y
la producción de conocimiento mientras la tradición de la formación
docente en el país ha sido una rica acumulación en la función de
la enseñanza y la formación didáctico-pedagógica de los docentes.
¿Podrá revertirse esa situación por ley en la nueva institución o
se reproducirá "más de lo mismo"?
La
Universidad ha señalado, sobre formación docente, la necesidad de
que "todos los docentes tengan una formación de nivel
universitario, que en especial les permita acceder a los estudios de
posgrado y sobre todo a la permanente actualización de
conocimiento", y que dicha formación debe conjugar tanto la
preparación en las ciencias de la educación como en la disciplina
que se aspira a enseñar (2007). Y allí el segundo problema-desafío
a señalar.
2.
La Universidad posee una fuerte tradición en investigación
disciplinaria, incluso en materia educativa, y en una concepción y
práctica integral de las tres funciones universitarias. Lejos de
cualquier intención monopólica o elitista, la nueva Universidad de
Educación se consolidará como tal a futuro, a partir de la
complementación de las fortalezas y debilidades de las instituciones
existentes y el acercamiento de las tradiciones en la materia.
Sobre
esos temas la Universidad, al menos desde el año 2006, ha venido
manifestándose públicamente, participa en forma activa en ámbitos
de coordinación como la Comisión Mixta anep-Udelar y existen
múltiples iniciativas académicas conjuntas radicadas en las
facultades. Más recientemente, el rector Rodrigo Arocena ha
planteado la necesidad de que, frente la eventualidad de aprobarse la
ley, se consulte a los entes de la educación. Y en eso estamos. n
*
Decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
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Pag. 11 | 16/08/2013
La
saludamos
Por
Oruam Barboza
La
creación de la Universidad de Educación es un proyecto surgido,
difundido y defendido desde todos los ámbitos de formación docente.
Pero fue la atd de esta área la que en 2006 levantó la propuesta y
la planteó a nivel institucional dentro de la anep en primer lugar.
Saludamos su próxima concreción.
No
fue un proyecto improvisado. Primero se miró la región y el mundo y
se vio que ?como dice la exposición de motivos del proyecto de ley
orgánica elaborado por el oficialismo? muchos países tenían o
estaban instalando universidades de educación, y no por casualidad.
En segundo lugar porque existe el aval de la experiencia de más de
cien años formando docentes (empezando por Magisterio) y que
garantizan un conocimiento único, pero que debe crecer.
La
importancia de esta experiencia, ratificada en otros países, es que
la profesión de docente y de educador es de una especificidad que no
puede asumirse seriamente desde ninguna otra formación profesional.
Ha quedado claramente demostrado que la formación integral en los
conocimiento específicos asociados a la formación en las áreas
pedagógica, didáctica, psicológica, epistemológica y social tiene
una importancia trascendental en el momento en que el profesional de
la educación se enfrenta a los alumnos en el nivel y la situación
que las circunstancias determinen.
Pero
además la clave de estas dos formaciones es que deben ser
simultáneas porque es la que hace el perfil y la profesión del
educador.
Junto
a estas claras y mundialmente aceptadas condiciones para la formación
de los docentes y educadores se debe anexar la investigación en
educación, determinante en el momento de conocer nuestra realidad
social y educativa y generar conocimientos que permitan actuar
eficientemente en ellas.
La
creación de una Universidad de Educación permitirá actualizar y
mejorar toda esa historia, además de permitir vínculos mediante
acuerdos y convenios con otras universidades de educación de la
región en primer lugar, más todos los convenios de cooperación que
puedan hacerse con otras universidades, empezando con la Udelar.
Como
toda institución universitaria aspiramos a que sea autónoma y
cogobernada, con una institucionalidad ágil y eficiente. Sus títulos
seguramente atraerán a más jóvenes a una profesión actualmente
muy devaluada y en progresivo vaciamiento.
Finalmente,
a los émulos de la secta pietista del monte Athos, que se extasiaban
mirándose el ombligo, deben pensar que el narcisismo intelectual y
los intereses de "chacrita" suelen, a partir de cierto
límite, ser una patética patología. n
*
Ex director ejecutivo de la Dirección Nacional de Formación y
Perfeccionamiento Docente (2005-2010).
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Pag. 11 | 16/08/2013
Que
sea tal y no que figure como tal
Por
Robert Silva García
Que
nuestro país requiere adoptar medidas tendientes a la
profesionalización de la formación y de la función docente es una
realidad a todas luces visible. Existe un amplio consenso a nivel
nacional que está incluso expresado en los acuerdos multipartidarios
de 2010.
Para
ello algunas cuestiones resultan fundamentales. En primer lugar se
debe dejar de lado la falsa oposición entre educación pública y
educación privada, es necesario actuar desde una perspectiva de
complementariedad. Crear una nueva universidad que excluye de sus
principales cargos técnicos a cualquier profesional que no tenga
actuación en una entidad pública es un error que condiciona el
futuro de la misma.
En
segundo lugar, establecer que las funciones de dirección de la
Universidad de Educación surjan de un proceso de decisión
colectiva, total o parcial, y no a través de mecanismos de selección
profesional que se basen en requerimientos académicos y de
investigación, también constituye un hecho cuestionable. La
designación de quienes deberán cumplir estas funciones requeriría
de concursos públicos nacionales o internacionales.
En
tercer lugar, consolidar una gestión burocratizada y poco flexible
que exige la resolución de distintos estamentos en forma previa es
una seria y profunda limitante. El solo hecho de plantearse que la
aprobación o modificación de los planes de estudio deben ser
preceptivamente analizados por un órgano corporativo de por lo menos
90 miembros que se reúne ordinariamente una vez al año es la mejor
demostración del camino que no se debería transitar .
En
cuarto lugar, generar una estructura de gobierno de más de 120
integrantes, sin contar a quienes estarán en los respectivos centros
de formación, a imagen y semejanza de la ley orgánica de 1958, es
una circunstancia que afectará claramente el accionar de la nueva
entidad. Pensar en un cogobierno del siglo pasado a través de una
elección exclusiva entre quienes integren el orden docente,
estudiantil o egresado no es la solución para una universidad del
siglo xxi. La participación de los colectivos sociales resulta
importante, pero no debe ser excluyente de la representación que el
Poder Ejecutivo, en tanto titular del gobierno nacional, debería
tener a través de personas seleccionadas con alta idoneidad
profesional, en el marco de lo que la Constitución de la República
establece.
En
definitiva, los proyectos de ley por los cuales se crea una
Universidad de Educación están a consideración del Parlamento
Nacional. Uno propuesto por el partido Frente Amplio, y otro por el
Partido Colorado y el Partido Nacional. El proyecto de ley del Frente
Amplio contiene las cuestiones referidas precedentemente, por lo que
de aprobarse tal cual ha sido presentado, condicionará ?a nuestro
criterio? el futuro de la Universidad de Educación y por lo tanto la
tan necesaria profesionalización de la formación docente del país,
columna vertebral para la recuperación de la educación nacional. n
*
Profesor, abogado y asesor del Partido Colorado en temas de
educación.
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Pag. 11 | 16/08/2013
Aplausos
y reservas
Por
Miguel Soler Roca
Poco
espacio para comentar tema tan grande. Lo vengo estudiando desde hace
tiempo como miembro del Grupo de Reflexión sobre Educación (gre),
que se ha pronunciado sobre él en su documento número 4 y en la
sesión del 15 de mayo de la Comisión de Educación y Cultura de la
Cámara de Representantes a la que fue invitado. Pero lo que aquí
digo, telegráficamente, es de mi exclusiva responsabilidad.
Un
hecho de gran valor histórico: la voluntad política de la mayoría
de la comisión (dispongo de su propuesta fechada el 7 de agosto) de
crear esta universidad y de hacerlo yendo más allá de la errónea
visión de la ley 18.437 y del proyecto de ley que le envió el Poder
Ejecutivo el 30 de mayo de 2012. En ambos se confiaba a un instituto
la formación superior del cuerpo docente nacional. Me consta el
trabajo a mi juicio muy respetable de la Comisión de la Cámara de
escuchar opiniones y de tenerlas dentro de lo posible en cuenta.
Otro
mérito a subrayar: el proyecto de la mayoría garantiza el
cogobierno de la institución autónoma, lo que no ocurre, por lo que
me ha llegado, en el que presentará la minoría opositora de la
comisión.
Existe,
no obstante, un conjunto de aspectos del proyecto de ley que deben
seguir abiertos al debate. Entre los más preocupantes: el exceso de
prescripciones de carácter técnico y administrativo que lesionan la
autonomía de la universidad y limitan su labor de futuro. Una cosa
es declarar que la universidad será autónoma, otra decirle qué
tiene que hacer y cómo en tantos aspectos de su gestión. Objeto,
además, la exagerada profusión de órganos de gobierno (encontré
ocho que van del rector al director del centro de formación) con
autoridades intermedias muy discutibles a nivel regional o con
competencias funcionales especializadas. También proliferan los
colectivos asesores o consultivos, que serán decenas, con "una
integración amplia", dice el proyecto de ley, todo ello
conservado, a mi juicio innecesaria y peligrosamente, del proyecto
del Poder Ejecutivo. Opino prematuro establecerlos detalladamente en
la ley, pues la existencia y las funciones de tales órganos deben
quedar a la decisión de las autoridades de la universidad, como
resultado de una visión más cercana y experimentada.
Descargar
el proyecto de ley de contenidos reglamentarios, burocratizantes y
faltos de flexibilidad es un imperativo al que el próximo debate
parlamentario ha de prestar, a mi entender, toda la atención
posible. La universidad ha de nacer, constituirse y desarrollarse con
un margen de libertad que el actual proyecto no le otorga. n
*
Maestro y doctor honoris causa en educación.
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